Hoy recuerdo con nostalgia todas esas horas que pasamos juntos. Tu, yo y nuestra amiga pared. Heramos inseparables los tres.
Te acariciaba descalzo, para poder sentirte mejor, con el interior. Con el exterior, aprendí a llevarte siempre junto a mí. A los paseos, a las plazas, e incluso a las fiestas siempre te llevaba.
¿Recuerdas los buenos ratos que compartíamos con nuestros amigos jugando en la calle? La de veces que te escondías debajo de los coches, ¡cuanto nos costaba sacarte!.
Recuerdo aquella amiga tuya MIKASA, que se vino con nosotros a jugar. ¡Que mala leche tenia! ¿eh?.
Cuando se enfadaba nos marcaba bien.
Luego empezamos a jugar con su hermanita pequeña esa que le costaba mucho botar y pesaba. A esta le gustaba mucho jugar en pistas pequeñas de fútbol sala.
Con ella jugamos muchas horas, también, pero ya no era lo mismo. Había más gente.
Enseñamos a jugar a muchos niños con ella. ¿Recuerdas?.
Poco a poco fuimos creciendo y disfrutando mucho ,pero por motivos de trabajo, nos separamos.
Volvimos a juntarnos con la pequeñita para volver a enseñar a los niños y niñas como se te tenía que tratar, para que sintieran como quererte, acariciarte, sentirte, como hacerles amigos y amigas de ellos.